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lunes, 14 de mayo de 2012

Biografía de nuestro héroe Viriato


Las referencias bibliográficas disponibles sobre Viriato no permiten determinar cuándo ni dónde nació. Para una parte de la leyenda popular, Viriato nació en la actual Portugal, sin embargo, esa misma leyenda popular también le sitúa nacido en la actual España. Los partidarios de esta última teoría tampoco indican con claridad una localidad o paraje, y existen varios pueblos de Extremadura que lo reclaman como propio: Coria, pueblos Veratos entre los que destaca Guijo de Santa Bárbara, y Santiago de Alcántara, donde se encuentra la gruta llamada "cuna de Viriato". Zamora reclama también el nacimiento de Viriato en sus tierras, con una plaza y una estatua en su honor. Además, algunos estudios indican que en estas poblaciones pueden encontrarse vestigios históricos de antiguas etnias locales. Durante el periodo romano y algún tiempo después se dieron numerosos matrimonios mixtos entre nativos e invasores, persistiendo, a pesar de ello, vestigios lusitanos, especialmente en la zona de Beira Interior y la provincia de Cáceres. En Portugal, la opción más extendida parece ser la de los Montes Herminios, actual Serra da Estrela.  
La mayor parte de su vida y de sus campañas guerreras forman parte de la leyenda tejida en torno a su persona. La única referencia de su tribu nativa está en el historiador griego Diodoro Sículo, que la sitúa en la costa lusitana. Los romanos lo acabaron reconociendo como dux lusitanorum (líder de los lusitanos).
Tito Livio le describe como un pastor que se hizo cazador y soldado. Para Apiano, fue uno de los guerreros que escapó de la encerrona del pretor Galba a la flor de la juventud lusitana descrita más adelante. Según Apiano, Viriato fue el líder «que mayores dotes de mando había tenido entre los bárbaros y el más presto al peligro atrevido (...) y el más justo a la hora del reparto del botín.», lo que hizo que durante los ocho años de guerra su heterogéneo ejército no se le rebelara jamás y fuera «el más resuelto a la hora del peligro».
Pertenecía a la clase de los guerreros, la ocupación de las élites gobernantes lusitanas. Los autores romanos se refieren a él como el dux (líder) del ejército lusitano y como el adsertor (protector) de Hispania, o como un imperator (conductor) de las tribus lusitanas y celtíberas.

Para situar contextualmente a Viriato y saber el porqué de su papel contra los romanos, debemos viajar en el tiempo hasta el S. III a. C., cuando los romanos inician la conquista de la Península con motivo de bloquear a Aníbal que luchaba contra Roma en la Segunda Guerra Púnica. Los pueblos peninsulares comenzaron una resistencia que se dilató en el tiempo. En el 150 a. C. Sulpicio Galba se encuentra al frente de la legión romana peleando contra la resistencia lusitana. Los lusitanos, ante el despliegue romano, deciden enviar una embajada al campamento para plantear unos términos de tregua. Pero los lusitanos no fueron tan bien recibidos como ellos pensaban y toda la embajada fue capturada y muerta, escapando solamente Viriato con vida. Viriato se une incondicionalmente, desde entonces, a las tropas lusas que pelean durante tres años en la Turdetania (región que abarcaba el valle del Guadalquivir desde el Algarbe en Portugal hasta Sierra Morena), siendo cercados en el 147 a. C. por Vetilio. Idea, nuestro personaje, una estrategia con la que confiaba que salieran victoriosos, proponiéndosela a las tropas y pasando entonces a ser líder por acuerdo. Esta estrategia se basaba en la guerra de guerrillas y supuso el fin de Vetilio. De la misma manera consiguió vencer a Cayo Plaucio, Claudio Unimano y Nigido, y solo fue frenado por Quinto Fabio Máximo Serviliano.
Inician los lusitanos los primeros contactos con las tribus íberas, con las que se ponen de acuerdo para vencer al enemigo común: los romanos. Los romanos piden refuerzo y Máximo Serviliano se une a las tropas, provocando el retroceso de Viriato y la necesidad de realizar más pactos tribales. La intensa resistencia y la inteligente lucha que planteó Viriato le hizo ser reconocido por sus enemigos romanos como Dux de la Lusitania y amigo del pueblo romano.

VIRIATO COMO TÁCTICO
 Además de un respetado líder, Viriato poseía una visión estratégica digna de un gran general. Es mencionado explícitamente por Frontino, en sus "Estratagemas":

Viriathus, ex latrone dux Celtiberorum, cedere se Romanis equitibus simulans usque ad locum voraginosum et praealtum eos perduxit et, cum ipse per solidos ac notos sibi transitus evaderet, Romanos ignaros locorum immersosque limo cecidit.

Viriato, que de ser un bandido se convirtió en líder de los celtíberos, en una ocasión, mientras pretendía retirarse frente a la caballería enemiga, les condujo a un lugar plagado de huecos en el suelo. Allí, mientras él cabalgaba siguiendo un camino que conocía bien, los romanos, desconocedores del terreno, se hundieron en la ciénaga y murieron.
Frontino, "Estratagemas" 


También Apiano reconoce su talento cuando habla de la batalla de Tribola:

Dispuso a sus tropas en línea de batalla como si pretendiera combatir, pero les dio órdenes de dispersarse tan pronto como montara a su caballo, alejándose de la ciudad de Tribola por distintas rutas, y le esperaran allí. (...) eligió a mil hombres de su confianza y combatió todo el día a los romanos, atacando y retrocediendo gracias a sus rápidos caballos. Tan pronto como conjeturó que su ejército se hallaba a suficiente distancia y a salvo, huyó, salvando así a sus hombres de una situación desesperada.
Apiano, Guerras Extranjeras "Guerras en Hispania" 

MUERTE
A pesar del acuerdo, los romanos querían desembarazarse de Viriato, y por eso, en el año 138 a. C., sobornaron a los ursonenses Audax, Ditalcos y Minuros para que lo asesinaran. Al volver a su campamento, lo mataron mientras dormía. Luego fueron al campamento romano a cobrar la recompensa, pero el cónsul Servilio Cepión, sucesor y hermano de Serviliano, se la negó con las siguientes palabras: «Roma traditoribus non praemiat», esto es, "Roma no paga a traidores". Aunque quizá la célebre frase no sea más que una invención posterior, recoge perfectamente el sentir de la versión tradicional, que conocemos por Apiano, Eutropio, Orosio y Suidas, que sostienen que los romanos contestaron que ellos nunca habían aprobado que un jefe muriese a manos de sus propios soldados. Es posible, no obstante, que esta versión fuera dada con bastante posterioridad a los hechos ocurridos para tratar de ocultar la vergüenza que les producía ser responsables de acciones semejantes.
En su muerte recibió del ejército un magnífico funeral, prueba del influjo de su personalidad entre sus congéneres, pues bajo su mandato no hubo motines ni disensiones que pudieran provocar crisis internas. Dice la tradición que los restos de Viriato fueron trasladados a Cuenca donde fue incinerado sobre el Tormo Alto de la "ciudad encantada". Tras esto sus cenizas fueron mezcladas con las de su mujer y esparcidas en la montaña por Marcial. Otra leyenda cuenta que Viriato fue incinerado en Azuaga (Badajoz), estando sus cenizas bajo el castillo de la localidad (El mirador de Viriato). Otras fuentes de alta fiabilidad ubican los restos de Viriato en Granja de Torrehermosa (Badajoz).
Táutalo, el sucesor de Viriato, fue obligado a firmar la paz. Finalmente el cónsul Marco Popilio Laenas entregó a los lusitanos las tierras que habían sido la causa de la larga guerra. Sin embargo, la pacificación total sólo se logró en tiempos de Augusto.

Con la muerte de Viriato también murió la resistencia lusitana, pero al tiempo nació su mito. Aunque la muerte del héroe no equivaldría al cese inmediato de las guerras lusitanas, la resistencia que opondrían las tribus no duraría mucho más. De este modo, las legiones romanas pudieron centrarse en la Citerior, siendo en esta región cuatro los años que Numancia llevaba plantando cara al invasor. 


Calle de Viriato, en Guijo de Santa Bárbara

Estatua de Viriato en Zamora

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