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martes, 5 de marzo de 2013

Gastronomía Guijeña de Semana Santa II

Si en el primer artículo sobre la gastronomía guijeña de Semana Santa nos centrábamos en los días de Jueves Santo y Viernes Santo, en el presente artículo hablaremos del Domingo de Pascua o Domingo de Resurrección, conocido popularmente en nuestro pueblo como EL DÍA DE LA BOLLA.

Este día, terminado todo el ajetreo de la Semana Santa, era común ir al campo a comerse el Hornazo y la Bolla, dos productos reservados para este día del año y que el Sábado Santo o de Gloria, preparaban con el mayor de los esmeros las mujeres guijeñas.

El Hornazo se elabora en muchos pueblos de España con diferentes variantes que, en esencia, dan un resultado parecido. Consiste en una masa de pan rellena con carne. En El Guijo, lo habitual era comprar la masa en los hornos de Tía Irene, Tío Fausto o Tía Gregoria y hacer el relleno en casa con chorizo y lomo, no de la matanza del invierno actual sino de la del año anterior, es decir, lomo adobado y curado. Después, cada mujer marcaba su hornazo con un pequeño sello de madera para distinguirlo del de las demás y lo llevaba a cocer a los hornos mencionados, a no ser que tuviera horno en casa. Es reseñable decir que la gente compraba la masa en cualquiera de los hornos pero a la hora de cocerla, preferían ir a los de tía Irene o tía Gregoria pues al ser hornos antiguos de barro daban mejor sabor al producto. El hornazo se comía frío el domingo, acompañado de buen vino de pitarra.

La Bolla es un exquisito dulce que se prepara con harina, huevos, aceite, azúcar y levadura. Una vez hecha la masa en la artesa de madera, se dejaba reposar para que fermentase. Mientras fermentaba o “dormía” la masa, se preparaba la “cama” para las bollas. Esto consistía en preparar una mesa o unas tablas sobre las que se colocaba una sábana. Sobre la sábana se colocaban las bollas con suficiente separación entre sí para que al crecer no se pegaran unas con otras. Después se tapaban con una sábana y si hacía mucho frío con una manta para que estuviesen a la temperatura idónea para que la levadura pudiera trabajar convenientemente. Después se cocían en el horno vigilando que no se quemaran. Al sacarlas del horno se las espolvoreaba con un poco de azúcar. Se comían como postre después del hornazo.

Actualmente los turistas que vengan al Guijo en Semana Santa pueden adquirir este riquísimo dulce en la PANADERÍA “TANI” donde Tani, el nieto de tía Irene, y su mujer Mari Ángeles siguen elaborando artesanalmente este delicioso dulce.

 Existía otro tipo de bolla, conocido como Bolla de Chicharrones que es muy popular en distintos pueblos de Extremadura y de España. El proceso de elaboración era el mismo pero llevaban un ingrediente adicional: chicharrones. Los chicharrones eran el residuo que quedaba en la sartén al derretir la manteca para echarla en tripas o en pucheros y poder conservarla para su uso posterior. Estas bollas se solían elaborar en la época inmediatamente posterior a las matanzas y no en Semana Santa.

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