La
Sierra de Gredos comienza, según la mayoría de los geógrafos, en
el Cerro de Guisando (Ávila) y termina en el Puerto de Tornavacas
(entre Cáceres y Ávila), aunque también hay geógrafos que
consideran la Sierra de Béjar como un sector de la sierra de Gredos.
Esta
serranía siempre ha destacado por su intensa actividad ganadera. En
la vertiente sur, donde se localiza Guijo de Santa Bárbara, ha
predominado siempre la ganadería caprina de leche aunque el vacuno
de aptitud cárnica tampoco ha sido escaso. Mientras tanto, la
vertiente norte destacó siempre por su población de ovino, hoy
prácticamente desaparecido, y vacuno de aptitud cárnica.
Durante
el verano, los extensos pastizales de cervuno (una gramínea de
montaña) y las zonas de matorral, proporcionan abundante alimento al
ganado pero en invierno es preciso trasladar el ganado a zonas más
bajas en busca de mejores pastos. Surgen así dos tipos de
movimientos bien diferenciados:
Trashumancia.
Se trata del movimiento de ganado entre dos o más provincias. Es el
caso de la mayoría de ganaderías de vacuno de la vertiente norte
de Gredos que en invierno se trasladan a dehesas de Toledo, Cáceres
o Badajoz. La distancia entre los pastos de verano y las dehesas de
invierno puede superar los 300 kilómetros.
Nos
centraremos en este último tipo de trashumancia por ser el realizado
por los ganaderos guijeños. La
trasterminancia consiste como hemos dicho en un movimiento corto que
no suele superar las 4 ó 5 jornadas aunque en el caso de los
ganaderos guijeños se limita a 1 ó 2 jornadas puesto que la mayor
parte de las ganaderías invernan en las dehesas del Campo Arañuelo
(Navalmoral de la Mata, Talayuela, Almaraz o Saucedilla entre otros).
En el pasado existieron bastantes ganaderos que se trasladaban a
Toril, muy cerca del Parque Nacional de Monfragüe, uno de los
pueblos cacereños con mayor número de dehesas.
Las
vacas suben de las dehesas a principios de julio aunque en el pasado
subían siempre en los días próximos a la festividad de San Juan
Bautista (24 de junio). A su llegada, el ganado es contado por los
“contaores”, miembros de la junta directiva de la Sierra de
Jaranda que se encargan de contabilizar las vacas que cada ganadero
suelta en la sierra y de entregarle la “papeleta de pastoreo” o
contrato que le permite pastar en la sierra hasta el 21 de diciembre,
fecha en la que cada ganadero debe pagar en función de la cantidad
de vacas que tenga. Cada vaca paga una determinada cantidad de dinero
que equivale a la que pagan 6 cabras puesto que se considera que 6
cabras comen tanta hierba como una vaca. Las añojas, que son vacas
con edad de 1 a 2 años, pagan la mitad que una vaca adulta.
A
finales del otoño, según la disponibilidad de pasto, los ganaderos
van recogiendo sus vacas y bajándolas a la zona baja de la sierra o
a sus prados particulares donde complementan su alimentación con
heno, paja y piensos compuestos. Ya en estas fechas, algunos
ganaderos comienzan a trasladarse a las dehesas donde el ganado
permanecerá hasta su regreso en julio.
Respecto
al ganado caprino, antaño muy numeroso y hoy en clara decadencia,
los traslados eran muy distintos pues las cabras pasaban todo el año
en el término municipal salvo en casos excepcionales. Durante el
invierno, las cabras pastaban en la zona baja de la sierra y en
verano los cabreros y sus familias subían con ellas a las zonas
altas donde vivían en las chozas, bajando una vez a la semana a
vender el queso al pueblo.
Actualmente
es la ganadería vacuna la más importante y una de las principales
fuentes de ingresos de nuestro pueblo puesto que a ella se dedican un
buen número de familias. Forma parte pues de nuestra cultura y es
una tradición que no debe perderse. Por ello, la Administración
Pública debe concienciarse de su importancia y facilitar el trabajo
de nuestros ganaderos simplificando los trámites burocráticos para
el traslado de ganado a pie por las vías pecuarias.
Información aportada por Silvestre de la Calle García