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martes, 21 de julio de 2015

La avicultura en Guijo de Santa Bárbara

Al hablar de la ganadería guijeña solemos pasar por alto la avicultura o cría de aves de corral puesto que más que una “ganadería de producción” es una “ganadería de subsistencia”. Sin embargo, y precisamente por este hecho, merece dedicarle unas líneas.
Tradicionalmente, todas las familias guijeñas tenían unas cuantas gallinas para abastecerse de huevos. Los huevos son un alimento muy valorado y utilizado en la gastronomía guijeña por lo que las gallinas eran muy apreciadas y las mujeres se ocupaban intensamente de su cuidado. Lo habitual era que el gallinero estuviese situado en la cuadra o en el mismo patio de las casas bajo las escaleras que daban acceso a la planta superior. De esa forma, las gallinas estaban protegidas del ataque nocturno de depredadores. Durante el día, las gallinas permanecían sueltas por la calle entrando y saliendo de las casas por la “gatera”, un pequeño agujero en la parte inferior de las puertas que permitía que gallinas y gatos salieran cuando la puerta estaba cerrada. Las gallinas se alimentaban con granos de cereal, principalmente cebada, y todo tipo de sobras y desperdicios de la comida. Junto a lma puerta de muchas casas, había pequeñas pilas de piedra para que pudieran beber. Todavía en la Barrera del Llano podemos encontrar una de estas pilas. 

Las gallinas permanecieron sueltas por las calles hasta que el médico y alcalde del pueblo don Rafael Blanco, mandó que se tuviesen debidamente recogidas en gallineros y “granjas” (cercados de tela metálica) puesto que ensuciaban mucho las calles y podían ser foco de infección.


Gallinas en una granja guijeña

Al haber muchas familias en el pueblo y tener casi todas gallinas, el número de estas era verdaderamente elevado. Surgía por tanto un problema a la hora de diferenciar las gallinas para lo cual cada familia colocaba en un ala del ave un lazo de tela de un color distinto al de otros vecinos para distinguir sus gallinas. 

Normalmente con las gallinas se tenía un gallo. Las gallinas no necesitan gallo para poner huevos pero sin él, los huevos son “hueros” o no fértiles y no sirven para la cría. Durante la primavera, era frecuente que las gallinas salieran “cueclas” o cluecas y se aprovechaba par a echarlas algunos huevos y que los empollaran. Normalmente se echaban 10 ó 12 huevos por gallina. Tras 21 días de incubación nacían los pollitos que al estar sueltos por la calle eran muy vulnerables al ataque de todo tipo de depredadores, siendo especialmente temidos los milanos o “aguilillas”. Una vez criados, las hembras se dejaban para sustituir las gallinas viejas y los pollos se vendían, conservando siempre alguno si había que renovar el gallo o para matarlo el día de Nochebuena ya que el gallo en salsa era el plato navideño por antonomasia. 

Los gallos también tenían gran protagonismo el Día de los Quintos. Antiguamente, el martes de carnaval se corrían los gallos. Esto consistía en colgar por las patas a los gallos en una soga a una determinada altura para que los mozos pasasen corriendo montados a caballo e intentasen arrancar de cuajo la cabeza de los gallos. Era una especie de rito de iniciación de antiquísimos orígenes y que tenía lugar en toda España no siendo por ello una costumbre propia y genuina del Guijo. Con los gallos muertos se preparaba por la noche una cena, denominada “cena de los gallos” a la que asistían los quintos y los hombres a los que ellos invitaban. 
Mención especial merecen las gallinas de los cabreros que en verano subían a la sierra. Los cabreros se trasladaban con toda su familia y animales incluyendo cerdos, gatos y gallinas. Las gallinas se metían en grandes cestos de mimbre conocidos como covanillos que se tapaban con un saco fuertemente atado y que se cargaban en los burros para realizar el traslado. Durante el verano, las gallinas estaban sueltas por los alrededores de la choza, encerrándose durante la noche en rústicos gallineros construidos aprovechando la oquedad bajo algún canchal. En la sierra, los peligros de sufrir ataques de depredadores se multiplicaban. 

Gallinas en la sierra

Respecto a la cría de otro tipo de aves domésticas, tuvo nula importancia en el pasado. 

Caso curioso es el del pato. El célebre cura don Ascensio, que era un gran gourmet, era muy aficionado al consumo de carne y huevos de pato por lo que durante muchos años crió estos animales que hasta entonces eran desconocidos en nuestro pueblo. 

El pavo no ha sido criado de forma sistemática porque cuando es polluelo es muy delicado y difícil de criar. Ocasionalmente, alguna gente los compraba ya cebados para engordarlos y matarlos por Nochebuena. 

Las codornices están adquiriendo cada vez más fama y se crían por sus huevos, siendo mejores ponedoras que las gallinas. 

Respecto a la perdiz roja, no se criaba como animal de producción pero algunos hombres mantenían en cautividad machos de perdiz para utilizarlos en la caza con reclamo. Estos machos de perdiz se tenían en grandes jaulones de madera pero para cazar se los metía en jaulas de alambre que se colocaban en el campo. El cazador permanecía escondido y el ave cantaba en su jaula atrayendo a otras perdices que eran abatidas fácilmente. La carne de perdiz es realmente deliciosa. 



Perdiz macho en jaula para caza

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